jueves, 6 de septiembre de 2012

Al ritmo del Alma Llanera de despìdió el Gran Vicente Fernàndez de Maturín


Arpa, cuatro y maracas inciaron la velada que terminó con trompetas mexicanas

«Para los que me dicen suertudo, les respondo que la suerte no es hierba que crezca en el campo, llega si la buscas y mientras me aplaudan seguiré cantando»

Más de 10 mil personas, provenientes de varios estados del país, aplaudieron la despedida, luego de 45 años de exitosa carrera musical, de El Gran Potro, Vicente Fernández, en el Monumental de Maturín.
El show arrancó a las 6 de la tarde con acordes del arpa cuatro y maracas, y las voces de Luis y Eduardo “Los hermanos Orozco”, luego Fernando Tovar arrancó aplausos con temas como “Dignidad”, el tercer turno en tarima fue para Jorge Guerrero y luego el público, de pie, con fuertes aplausos, recibió al rey de la música llanera, Reinaldo Armas, que inició su presentación con la canción “Monagas Monumental”.

Un recorrido por sus éxitos como Laguna vieja, La muerte del rucio moro. Ovacionado de pie y dejando el sabor de nuestra música en las gargantas de los presentes, Reinaldo se retiró.

Momentos después hizo su entrada el potrillo Vicente Fernández hijo, quien agradeció el calor y los aplausos del público que rugía en una noche iluminada por una hermosa luna llena, e interpretó varios temas que lo han dado a conocer a nivel mundial, culminando con “Secreto de amor”. Fue el preludio perfecto para que a las nueve de la noche, el mariachi Azteca retumbara el sonido de sus trompetas e hiciera su entrada a escena el gran Don Vicente Fernández, con la canción “Me voy a quitar del medio”.

“El chofer”, “El Rey”, “La Penca”, “Estos celos” y “A mí manera” fueron parte del fruto de 45 años en los escenarios, dejando el alma en cada tema y reviviendo el amor con cada letra de sus canciones.

En las pantallas gigantes un collage de fotografías familiares llevaban al público a la parte íntima y personal de la estrella que, por tres horas y media ininterrumpidas, hizo vibrar con su potente voz.

Dando muestras de humildad y profesionalismo, hizo un alto para agradecer al mariachi Azteca, el cual lo acompaña en la gira.

Su porte, con impecable traje de ranchero, una férrea personalidad -con la que controló una situación que ocurría en el público, dejando en claro el respeto al espectador, a su arte y al espectáculo- y la indudable presencia que solo los grandes tienen en tarima, cautivó a las personas que acudieron a una despedida que, al ritmo del Alma Llanera y con una bufanda de Venezuela en las manos, marcó el fin de un concierto como pocos se han visto en Maturín.

Luis Bustamante

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